Mediante un correcto tratamiento de conductos conseguiremos que un diente, inicialmente afectado, mantenga su función dentro de la boca permaneciendo asintomático, es decir, sin que presente dolor espontáneo o al masticar, evitando así la extracción del mismo.

Aunque cada persona puede experimentar unos síntomas distintos y manifestarlos de una manera diferente, comúnmente el daño de un nervio pulpar se manifiesta de la siguiente forma:

• Dolor en los dientes al masticar.
• Hipersensibilidad dentaria ante bebidas frías o calientes.
• Hinchazón de la zona cercana al diente.

A pesar de ser síntomas que pueden presentarse con claridad, corresponde a su dentista establecer el diagnóstico definitivo mediante pruebas de vitalidad específicas y pruebas complementarias como radiografías.

A pesar de ser un tratamiento cuya predecibilidad ha aumentado mucho en los últimos años gracias a las nuevas tecnologías, no está exento de complicaciones, y en muchos casos no están relacionadas con una correcta ejecución del mismo.

De ninguna manera puede garantizarse su mantenimiento con el paso de los años aunque su éxito suele ser muy alto.

De vital importancia será la restauración del diente endodonciado. Una vez finalizada la endodoncia, será necesario devolver al diente su anatomía original, para lo que deberán aplicarse distintos tratamientos restauradores tales como obturaciones, colocación de pernos intrarradiculares, incrustaciones de composite o porcelana, o incluso coronas de recubrimiento total, a fin de evitar la fractura del mismo.