El diente se divide en dos partes, una visible, la corona, gracias a la cual masticamos, y otra parte que está dentro del hueso, la raíz, que es la parte del diente que contribuye a fijar el diente en el maxilar. Esta unión del diente al hueso del maxilar es lo que se denomina periodonto, y está formado por cuatro tejidos:

1. El cemento que recubre la raíz del diente.
2. El ligamento periodontal, que une la raíz al hueso.
3. El hueso alveolar, que rodea la raíz.
4. La encía.

La enfermedad periodontal puede afectar únicamente a la encía, originando una inflamación de la misma reversible denominada gingivitis, y si esta se mantiene durante mucho tiempo y/o se combina con otros factores como predisposición genética, hábito de fumar o malposiciones dentarias, aparece la periodontitis que afecta a los demás tejidos del periodonto, causando su destrucción de manera irreversible.

La enfermedad periodontal es la causa más frecuente de extracción de piezas dentarias en sujetos mayores de treinta y cinco años, de tal manera que el 80% de las exodoncias en estos pacientes se relacionan con este problema.

En España, según datos de la Sociedad Española de Periodoncia, en mayores de 35 años, más de la mitad de la población tiene gingivitis, y una de cada tres personas tiene periodontitis.

No es frecuente su aparición en jóvenes, aunque si lo hace, lo harán de una manera muy severa pudiendo afectar incluso la salud general del niño.

A nivel local, y en función del grado de afectación de los tejidos de soporte del diente, la principal consecuencia será la pérdida de dientes, con las implicaciones estéticas y funcionales (alteración de la masticación) que esto implica.

Pero también puede influir negativamente sobre el estado general de salud, ya que se relaciona con otras enfermedades sistémicas como enfermedades cardiovasculares, riesgo de parto prematuro, alteración del control metabólico en pacientes diabéticos, entre otros.

Los síntomas de la enfermedad periodontal incluyen:

• Enrojecimiento e inflamación de las encías.
• Sangrado de las encías al cepillarlas (signo más precoz de aparición de la enfermedad).
  ¡Atención: los fumadores no sangran aunque estén infectados!.
• Mal sabor o mal olor de boca.
• Retracción de las encías dando la sensación óptica de dientes más largos.
• Aumento de la sensibilidad dentaria al frío.
• Aparición de abscesos o flemones dolorosos en las encías.
• Movilidad y desplazamiento de los dientes.

Es importante tener en cuenta que cualquiera de estos síntomas puede ayudar a diagnosticar un problema de salud importante, tanto a nivel bucal como sistémico.

El metabolismo de algunas de las bacterias que producen la enfermedad periodontal produce unas sustancias denominadas compuestos sulfurados volátiles (que contienen azufre) que junto con la supuración que se produce en zonas localizadas de una encía enferma, son las responsables de la aparición de halitosis. En la mayor parte de los casos, este problema desaparece al tratar y controlar la enfermedad periodontal.

La enfermedad periodontal puede estabilizarse y detener la destrucción de los tejidos que soportan los dientes, esto puede entenderse como curación. No debemos olvidar que la enfermedad periodontal puede reactivarse, y por ello es necesario cumplir un programa de revisiones de seguimiento establecido por su dentista, junto con el mantenimiento de una correcta higiene oral.

El objetivo del tratamiento de la enfermedad periodontal es el control y eliminación de la infección. Para ello, y dependiendo del estado de los tejidos periodontales (tejidos de soporte del diente), así como de la evolución de la enfermedad, será necesario aplicar distintos tratamientos como limpieza bucal convencional, raspado y alisado radicular, cirugía periodontal de acceso o cirugía regenerativa. Hay casos en los que estos tratamientos deben complementarse con el uso de antisépticos (colutorios, geles, sprays) o antibióticos para conseguir disminuir el número y la presencia de bacterias patológicas causantes de la enfermedad.

Es importante el diagnóstico precoz de la enfermedad, por ello es muy recomendable visitar al dentista con regularidad ya que él será quien revise su salud y estado de higiene oral.

Mantener una correcta y rigurosa higiene oral, basada en el cepillado de los dientes al menos dos veces todos los días con una técnica adecuada.

Para garantizar la total eliminación de la placa bacteriana bajo los puntos de contacto de los dientes y en aquellas zonas inaccesibles al cepillo de dientes, es necesario usar la seda dental o los cepillos interproximales tal y como su dentista le explique.

Habrá que extremar la vigilancia y tener especial cuidado en caso de enfermedades crónicas como diabetes mal controlada, déficit vitamínicos, tratamiento mediante radioterapia de cabeza o cuello, enfermedades que afecten al sistema inmunitario y la respuesta inflamatoria, o embarazo.

Evite fumar, ya que el tabaco es un factor determinante tanto en el desarrollo como en la respuesta ante el tratamiento de la enfermedad periodontal.

Sí. Pero hay que tener en cuenta que los implantes colocados en la boca están sometidos a los mismos riesgos de infección que los dientes por lo que nunca deben colocarse implantes sin un control adecuado de la periodontitis, pero una vez conseguido éste, se comportan igual que en un paciente no afectado por la enfermedad.